domingo, 20 de diciembre de 2009

DE AYUNTAMIENTOS Y VACAS


Entre las muchas cosas que LA CRISIS ha sacado a la superficie, y en lo que a la gestión pública se refiere, una de las más alarmantes es la precariedad económica de los ayuntamientos españoles. Otra pieza más del dominó, aunque en este caso, tal vez, situada en el centro de la fila. De golpe y porrazo los consistorios se han visto con la soga al cuello y envueltos en una espesa niebla que difícilmente les permite ver una salida a corto plazo, si a eso le unimos la incapacidad de muchos gobernantes municipales para encontrar soluciones nuevas, imaginativas y efectivas a sus problemas de solvencia la combinación resulta francamente desalentadora para los intereses de los administrados, los ciudadanos que ven como, día a día, los servicios públicos por los que paga son de peor calidad, precarios cuando no mermados o eliminados en función de parámetros más próximos a una sociedad de mercaderes que al auténtico sentido de servicio público que debería reinar en toda administración de bienes comunes. Para muchos alcaldes y concejales ha resultado relativamente fácil gobernar bajo las ubres de las vacas gordas del ladrillo, el turismo o las subvenciones, les ha sido beneficioso jugar con el dinero público, en no pocos casos, para amarrar su clientela política, para crear rehenes del voto a base de contratos de trabajo limosneros, ayudas sociales intencionadamente dirigidas o el oportuno embellecimiento de aquellos barrios más afines a las siglas de turno. Políticamente viable, sí, puede; pero eticamente despreciable. Ahora se ven los remiendos, el polvo bajo las alfombras, asoma el verdadero perfil de muchos alcaldes y concejales, (que no todos), auténticos ineptos, personajes sólo movidos por la ambición, política o económica, y que ante la adversidad se están comportando como pusilánimes plañideras que culpan de sus desgracias a una especie de castigo divino que a todos afecta por igual. Pues no, señores ediles, no. La política es algo más que cobrar un sueldo y atender a las expectativas inmediatas; la política es previsión y trabajar no sólo para el presente que recauda votos, sino también para el futuro, cuando esas papeletas electorales puede que, incluso, sean de otro color. Está muy bien que ahora los ayuntamientos se pongan “todos a una” para reclamar una adecuada financiación, pero hacer esto sin la oportuna autocrítica y sin la debida reconversión de los trileros del voto en auténticos gestores de la “res publica” no sirve de nada. A veces da la impresión de que la democracia, sus controles, su juego de fuerzas se ha quedado a las puertas de los despachos de los alcaldes, dentro han atesorado soberbia, vanidad, despotismo, autoritarismo, arbitrariedad, impunidad, oscurantismo y un aprovechamiento desmedido de situaciones favorables a favor de recompensas económicas o políticas y con el ciudadano, soberano, hipnotizado por piscinas, polideportivos o cuatro “triunfitos” desafinando en las fiestas patronales, ajeno a que la riqueza, como el maná, no viene del cielo. Sospecho que de aquí en adelante seguiremos viendo alcaldes y concejales dando explicaciones en los juzgados pues donde no hubo control tampoco hubo limpieza y, ahora, con las vacas en los huesos, muchos de estos aprovechados e ilusionistas de nuestra democracia y de nuestra administración pública más próxima, sólo aciertan a ver en el horizonte el vaivén de los buitres. Nunca dieron para más.
Publicado por Manuel Rubiales (http://www.francotiradortrigueros.blogspot.com/)

No hay comentarios:

Publicar un comentario